25 de marzo de 2008

Boletín 6: Editorial

Boletín de Noticias – Año 2, Volumen 1 – Enero/Marzo 2005

“Cuando haya algún pobre entre tus hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que tu Dios te da, no endurecerás tu corazón ni le cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás tu mano liberalmente y le prestarás lo que en efecto necesite”. Deut. 15: 7, 8. (La Biblia)
Cuando Dios pensó la humanidad, lo hizo con el criterio de igualdad, justicia y equidad.
Cuando el egoísmo del hombre lo llevó a acumular bienes para sí mismo sin importarle su prójimo, ese ideal se desvaneció.

Para ayudar al hombre a restaurar ese modelo de civilización emparejada, Dios plantea una serie de principios que, llevados fielmente a cabo, lograrían compensar los desequilibrios sociales.

Lamentablemente, la voz de Dios sigue siendo la menos escuchada, aún por muchos “fieles” y las estadísticas siguen reflejando la cruda realidad de una población crecientemente empobrecida y sin saber como paliar sus peligrosas consecuencias.

“Según datos oficiales, la ciudad de Buenos Aires tiene un déficit de 100.000 viviendas y hay 400.000 personas en emergencia habitacional. El problema se manifiesta en diferentes formas: villas, conventillos, casas tomadas y hoteles en pésimo estado” (Clarín, 18/03/04).

En su edición del 04/09/04, el diario El Litoral indicaba: “El déficit habitacional de la Argentina alcanzó este año a los 2 millones de personas, al tiempo que el ritmo de este desequilibrio se incrementa en 120.000 más cada año”.
Pero lo importante es que si nos decidimos a actuar responsablemente podemos modificar esta realidad; al menos marcando el camino del cambio.

En Hábitat sabemos que la suma de pequeños esfuerzos, por poco que parezca frente a la necesidad, es de vital importancia para aquellos que hoy disfrutan de una casa sencilla, digna y económica y para los muchos que lo harán cuando sumemos el aporte de aquellos que desean ser parte de este cambio.

José Colacilli. Presidente Hábitat Para la Humandiad Argentina

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