25 de marzo de 2008

Boletín 8: Oficina Nacional- ¿Qué hago acá?

Luego de un arduo día de trabajo de oficina, me encontré con Ana (Directora Nacional), Marcelo Ortelli y María Viegas (Líderes de Casa) para emprender el viaje hacia Santa Fe. Íbamos para participar de la brigada que construiría en el día de cierre de la Campaña del Proyecto Tierras en Recreo, provincia de Santa Fe.

Al principio el viaje en auto estuvo bien: tomamos mate, charlamos, digamos que todo muy lindo. Pero mientras fue pasando el tiempo y caía la noche sobre la ruta y el cansancio de la rutina diaria empezaba a hacerse presente, comencé a preguntarme: ¿En qué momento se me ocurrió ser voluntario?, ¿Qué hago acá?, ¿Qué hago un miércoles a la noche yendo a Santa Fe? Muchas fueron las preguntas que me hice en ese momento y pocas fueron las respuestas, pero como reza el dicho: “Si ya estamos en el baile, bailemos”. Así fue que llegamos a Santa Fe, a la Iglesia Bautista del Nordeste, lugar donde comimos y descansamos, sabiendo que al otro día tendríamos que levantarnos a primerísima hora para trabajar.

Llegó el jueves 6 de octubre, día esperado por muchos y por mí, aunque no sabía exactamente qué esperar…

Arrancamos temprano. Me acuerdo que era un día espectacular y no se veía una sola nube en el cielo. Llegamos al lugar de obra: los Líderes de Casa nos esperaban para explicarnos cómo debíamos trabajar, cuáles iban a ser las medidas de seguridad y cuáles iban a ser nuestros objetivos para ese día. Y sin darme cuenta ya tenía el casco y los guantes puestos; se armó una hilera con todos los brigadistas y comenzamos a pasarnos ladrillos de mano en mano, para transportarlos de un lugar a otro.

Después de los ladrillos, fuimos al sector “montañas de tierra”. A éstas también había que trasladarlas a otro lugar, ¡pero no había “pasa-mano” que valiera! Así que estuvimos meta pala y carretilla. El sol pegaba fuerte fuerte, uno se iba tostando y le salían callos en las manos. Pero había que seguir el trabajo para dejar todo listo para el gran acto. Así que, comprobando que la pala plana podía llegar a ser una gran amiga, continuamos dale que dale. Y lo hicimos hasta que llegó el castillo inflable, donde varios de nosotros nos divertimos cuidando y viendo a los chicos jugar.

Luego de un rico almuerzo, y de ultimar detalles, llegó el momento del acto. Entre medio de varios discursos, bailes y gran concurrencia de vecinos, voluntarios y donantes, distinguí algunas personas con el título de “Futuro Propietario HPHA” prendidos de su pecho. Fue en ese momento donde encontré la respuesta a muchas preguntas que me había hecho la noche anterior. Pero principalmente pude ver que con un pequeño esfuerzo, con un pequeño gesto y, fundamentalmente, con un pequeño título - Voluntario-, uno puede hacer cosas que nunca hubiese imaginado.

Con mucho entusiasmo y ansiedad esperé el evento de Open Door, localidad cercana a Luján. Ya tenía una experiencia anterior, así que ya me venía preparando para terminar cansado, sucio, quemado por el sol y hasta con fiebre. Pero sabía que el resultado de esto iba a ser la felicidad para más de uno, así que ¡manos a la obra!

Como en Recreo, volvimos a comenzar bien temprano haciendo pozos, poniendo carteles, armando un Gazebo, jugando al fútbol, y hasta bailando con los chicos. Fue una jornada bastante movida, y gracias a Dios no tuvimos lluvia, aunque así estaba anunciado.

También, como en Recreo, volví a distinguir entre los asistentes a los actores más importantes de la fecha, los “Futuros propietarios HPHA”. Fueron ellos quienes, con mucha alegría y emoción, volvieron a darle sentido a tanto trabajo y esfuerzo.

Pocas veces en mi vida me sentí tan emocionado como en estos dos eventos (hasta se me piantó un lagrimón). Uno piensa: ¿Qué puedo llegar a hacer yo cómo voluntario? Y uno mismo se responde: la verdad es que mucho más de lo que se pueda imaginar, y mucho más de lo que le pueda llegar a decir o contar a otros.

Uno cree que con HPHA hace feliz a la gente, pero puedo asegurarles que esa felicidad es recíproca.

Muchas gracias a HPHA por demostrarme que no todo está perdido, que con actos, gestos, y aún con la cosa más pequeña, el mundo puede ser mejor. Y esa es una gran motivación para seguir viviendo.

Los saluda a todos un voluntario muy feliz, agradecido de servir humildemente a Hábitat para la Humanidad Argentina.

Pablo Bento Simoes
Voluntario
Oficina Nacional- Hábitat para la Humanidad Argentina

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